10 diciembre 2011

¡Sorpresa!



La semana pasada cayeron en mis manos por casualidad un par de libros de un escritor zaragozano, Daniel Nesquens del que apenas había oído hablar y del que por supuesto no había leído nada. Los libros quedaron aparcados en mi mesilla de noche, esperando pacientemente que les llegara su turno de ser leídos o por lo menos “ojeados” (qué suerte para nosotros que no se quejen ni se cansen nunca de esperar…) Pues bien, resultó que en esta ocasión uno de los dos libros mencionados, el que lleva por título “Mi familia” no tuvo que esperar demasiado, se coló en la lista a los otros compañeros apilados y como si me hiciera un guiño cómplice, me sedujo y comencé a pasear la vista por las primeras líneas… De repente me encontré sonriendo sin parar, avanzando por sus páginas con verdadero interés buscando compulsivamente más y más historias sorprendentes y además sencillísimas, que me producían sin esfuerzo alguno un regocijo íntimo y unas ganas de reír como hacía tiempo no sentía con la lectura. No hace falta decir que no me moví del sillón hasta que lo terminé y cuando lo terminé… ¡adivinad! lo volví a empezar y a disfrutar con menos prisa, saboreando cada línea y cada ocurrencia. Porque de eso se trata: hay en “Mi familia” tantos hallazgos verbales, tantos juegos de palabras, tanto humor ( a veces recuerda el humor de Mihura en “Tres sombreros de copa” o de los humoristas ya desaparecidos Tip y Coll), tanto cariño y autenticidad que entretiene, divierte, conmueve…y nos vuelve un poco niños, nos hace ver el mundo desde otra perspectiva, desde un ángulo festivo, ingenuo, delicado, soñador… Ahí tenéis un libro simpático, repleto de sentido del humor, imprevisible, fresco y a veces surrealista con el que podéis pasar un buen rato o dos (si lo releéis como yo ) No me resisto a extraer algunos de los momentos más hilarantes aunque sea difícil seleccionarlos porque además es en el “todo” donde está la gracia

“Mi padre no sólo aprendió a montar en bicicleta; también aprendió a bajar de la bicicleta. Y luego a conducir automóviles. Ya conocía a mamá cuando se sacó el carné de conducir. Y es que se lo sacó de la manga…”



“Madre no hay más que una; hermanos, dos; tíos, diez; primos, siete. Menos primos que tíos. No es buena cosa… Lo primero que hace todas las mañanas del mundo e s despertarse; luego salta de la cama, … da los buenos días a sus macetas y las riega…con agua mineral sin gas. Un verano en que mamá y papá se marcharon una semana a París, regué las plantas con gaseosa. Las plantas lo notaron, se las notaba más chispeantes. Mis padres fueron a París pero no vieron ninguna cigüeña…”



“Eran muchos los días que mi hermano regresaba del colegio con alguna sorpresa. Una torcedura de tobillo, un moratón en el antebrazo, un chubasquero que ni era el suyo, un examen aprobado…Un día se presentó en casa con un murciélago…”



“Mi abuela María era la madre de mi padre… tenía un genio de mil demonios. Y no lo tenía dentro de una botella, lo tenía dentro de sí… "Mi abuela María" es un buen nombre para un pastel hecho en un horno de leña, pero resulta que es mi abuela… Mi abuela María no decía "sábana" , decía "sabena". No decía "zapatos" , decía "zapetos". No decía "arterioesclerótico" , decía "como te pille te mato"…”



“Mi tío Ramón…se jacta de tener un ojo de vidrio….Tiene la barba tan cerrada que es imposible abrirla… Si mi tío asegura que ha montado en un globo de aire caliente, mi tía me cuenta que su padre…regentaba una tienda de taxidermia en Valencia… a finales de los setenta la cosa empezó a ir mal. Tuvieron que vender el local y trasladarse al extrarradio de la ciudad. Que en la nueva tienda apenas disecaban animales. Vendían insectos, minerales y ojos de cristal. Así conoció a mi tío Ramón. Le entró por el ojito derecho. -¿Estudias o disecas?-le preguntó mi tío sin desviar la mirada.”

Y no os perdáis los dibujos. Son fantásticos.

1 comentario:

  1. Este libro lo leo seguro. Me ha quedado claro leyendo los fragmentos que seleccionas, que es lo que se dice...¡delicioso! Pero, como tengo que conseguirlo todavía, me voy a buscar de inmediato mi manoseado ejemplar de "Historias de cronopios y famas" de Julio Cortázar.Es que...
    de repente me vinieron unas ganas de reir y jugar y Bailar tregua y catala...

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