29 diciembre 2011

URTE BERRI ON!


    Ante la llegada de un nuevo año, suele ser habitual "volver la vista atrás" y hacer balance del camino recorrido en los últimos meses ...

    En nuestro caso, "la senda que nunca se ha de volver a pisar" se remonta al pasado septiembre, cuando el Plan de Lectura Summa Aldapeta comenzó a dar sus primeros pasos. Desde entonces, hemos trabajado con ilusión y ganas, y fruto de esa labor son las diversas iniciativas emprendidas a lo largo de este trimestre: la celebración del Día de la Biblioteca el 24 de octubre con la actividad "Por aquí se entra al mundo: China", la creación de este blog y las aportaciones al mismo, la organización del X Certamen Literario y de Informes Temáticos Alberto Echeverría en colaboración con la APA y el encuentro de los alumnos de 4º de la ESO con el escritor Alfredo Gómez-Cerdá el próximo 9 de enero.


     Desde comienzos del próximo año trabajaremos en el diseño de la primera fase del Plan Lector de Centro con la mirada puesta en Secundaria y Bachillerato, y para ello contaremos con la inestimable colaboración de la escritora Begoña Oro y su riguroso trabajo en este ámbito. Nuestro objetivo es implantar el Plan Lector en las etapas mencionadas a partir de septiembre de 2012.


    Gracias Amagoia, Arrate, Bea y Loli por vuestro excelente trabajo. Gracias Chema y Miguel Ángel por creer en un proyecto que nos parece ilusionante y exigente.

    Para despedir el año, os ofrecemos un vídeo de Arrate Guisasola que resume lo esencial del Día de la Biblioteca. Como ya se ha mencionado, la actividad estuvo dedicada a China, y los alumnos Alicia, Ana, Xiaona, Xuz y Ya Qion colaboraron de manera ejemplar; a ellos se sumó Endika con una magnífica participación. Xie Xie denoi! 

    Que en 2012 continuemos caminando …

    Un fuerte abrazo.

15 diciembre 2011

Lecturas compartidas (I)


      
      Seguramente no nos equivocaremos si afirmamos que los alumnos de Secundaria y Bachillerato suelen escuchar más a sus amigos y compañeros de colegio que a sus padres y profesores ... y en cuestiones de lectura las afinidades personales y generacionales suelen ejercer una influencia destacable.

     Sin embargo, no suele ser excepcional que un alumno decida leer un libro determinado porque se lo ha recomendado alguno de sus padres (cuando no los dos), o incluso algún profesor/a.

 

    Sara (alumna de 4º de la ESO) esta misma tarde nos ha contado a la clase una experiencia maravillosa que han vivido ella misma, su madre y su abuela: el último libro que ha leído la joven se lo regaló su madre a la suya; tras leerlo, ésta se lo devolvió a su propia hija para que lo leyera; al acabarlo, ésta última se lo recomendó a su vez a su hija, la alumna mencionada, quien nos lo ha presentado hoy a la clase. ¡Precioso ejemplo de lectura compartida entre miembros de tres generaciones de la misma familia!

     Los alumnos suelen comentar sus gustos entre sí de manera natural, y aquéllos a los que les gusta leer compartirán sus lecturas sin que mediemos en ello. Sin embargo, como profesores podemos propiciar tiempos y espacios dedicados a la lectura. 


     Independientemente de la asignatura que impartamos, una forma que tenemos los docentes de compartir con nuestros alumnos un gusto por la lectura consiste en leerles fragmentos de obras que nos parezcan interesantes por el motivo que sea y que pensamos que pueden gustarles; ello nos brinda la oportunidad de darles a conocer autores y libros que pueden resultarles atractivos y que, quién sabe, quizá se animen a leer. 


     Leerles porque sí, porque nos gusta leer, sin pedirles cuentas de lo que han entendido o de la reflexión que hayan podido llevar a cabo ...


     No olvidamos la lectura mecánica y, sobre todo, la comprensiva, las cuales se pueden (y se deben) trabajar en otras ocasiones.



     Un abrazo.


10 diciembre 2011

¡Sorpresa!



La semana pasada cayeron en mis manos por casualidad un par de libros de un escritor zaragozano, Daniel Nesquens del que apenas había oído hablar y del que por supuesto no había leído nada. Los libros quedaron aparcados en mi mesilla de noche, esperando pacientemente que les llegara su turno de ser leídos o por lo menos “ojeados” (qué suerte para nosotros que no se quejen ni se cansen nunca de esperar…) Pues bien, resultó que en esta ocasión uno de los dos libros mencionados, el que lleva por título “Mi familia” no tuvo que esperar demasiado, se coló en la lista a los otros compañeros apilados y como si me hiciera un guiño cómplice, me sedujo y comencé a pasear la vista por las primeras líneas… De repente me encontré sonriendo sin parar, avanzando por sus páginas con verdadero interés buscando compulsivamente más y más historias sorprendentes y además sencillísimas, que me producían sin esfuerzo alguno un regocijo íntimo y unas ganas de reír como hacía tiempo no sentía con la lectura. No hace falta decir que no me moví del sillón hasta que lo terminé y cuando lo terminé… ¡adivinad! lo volví a empezar y a disfrutar con menos prisa, saboreando cada línea y cada ocurrencia. Porque de eso se trata: hay en “Mi familia” tantos hallazgos verbales, tantos juegos de palabras, tanto humor ( a veces recuerda el humor de Mihura en “Tres sombreros de copa” o de los humoristas ya desaparecidos Tip y Coll), tanto cariño y autenticidad que entretiene, divierte, conmueve…y nos vuelve un poco niños, nos hace ver el mundo desde otra perspectiva, desde un ángulo festivo, ingenuo, delicado, soñador… Ahí tenéis un libro simpático, repleto de sentido del humor, imprevisible, fresco y a veces surrealista con el que podéis pasar un buen rato o dos (si lo releéis como yo ) No me resisto a extraer algunos de los momentos más hilarantes aunque sea difícil seleccionarlos porque además es en el “todo” donde está la gracia

“Mi padre no sólo aprendió a montar en bicicleta; también aprendió a bajar de la bicicleta. Y luego a conducir automóviles. Ya conocía a mamá cuando se sacó el carné de conducir. Y es que se lo sacó de la manga…”



“Madre no hay más que una; hermanos, dos; tíos, diez; primos, siete. Menos primos que tíos. No es buena cosa… Lo primero que hace todas las mañanas del mundo e s despertarse; luego salta de la cama, … da los buenos días a sus macetas y las riega…con agua mineral sin gas. Un verano en que mamá y papá se marcharon una semana a París, regué las plantas con gaseosa. Las plantas lo notaron, se las notaba más chispeantes. Mis padres fueron a París pero no vieron ninguna cigüeña…”



“Eran muchos los días que mi hermano regresaba del colegio con alguna sorpresa. Una torcedura de tobillo, un moratón en el antebrazo, un chubasquero que ni era el suyo, un examen aprobado…Un día se presentó en casa con un murciélago…”



“Mi abuela María era la madre de mi padre… tenía un genio de mil demonios. Y no lo tenía dentro de una botella, lo tenía dentro de sí… "Mi abuela María" es un buen nombre para un pastel hecho en un horno de leña, pero resulta que es mi abuela… Mi abuela María no decía "sábana" , decía "sabena". No decía "zapatos" , decía "zapetos". No decía "arterioesclerótico" , decía "como te pille te mato"…”



“Mi tío Ramón…se jacta de tener un ojo de vidrio….Tiene la barba tan cerrada que es imposible abrirla… Si mi tío asegura que ha montado en un globo de aire caliente, mi tía me cuenta que su padre…regentaba una tienda de taxidermia en Valencia… a finales de los setenta la cosa empezó a ir mal. Tuvieron que vender el local y trasladarse al extrarradio de la ciudad. Que en la nueva tienda apenas disecaban animales. Vendían insectos, minerales y ojos de cristal. Así conoció a mi tío Ramón. Le entró por el ojito derecho. -¿Estudias o disecas?-le preguntó mi tío sin desviar la mirada.”

Y no os perdáis los dibujos. Son fantásticos.

09 diciembre 2011

Lectura nocturna


     9’15 p.m. Baño, cena y cepillado de dientes completados. Una criatura de 4 años y su padre se dirigen al dormitorio infantil. El niño se muestra exultante ante el libro que lo espera sobre la cama. Su padre es otro cantar: una nueva jornada frenética lo ha dejado con más ganas de marcharse directo a dormir que de cualquier otra cosa, y arrastra su agotamiento por el pasillo en penumbra. “Hoy quiero éste”, dice la cría de la especie más voraz de los “devoralibros” de última generación. El padre mira al volumen como si se tratara de la caja de Pandora, y después pregunta implorante a su hijo: “¿Y si hoy leemos aquél de Peter Pan que tanto te gusta?”  “No; quiero éste”. Se puede decir más alto, pero difícilmente más claro …  Set y partido para el niño.

   
  Una vez metidos en la cama, el padre abre el libro con los ojos entreabiertos como si estuviese liberando a todos los males de la Humanidad … y es que NO HAY NI UNA PALABRA en todo el ejemplar: ante el adulto se extiende un océano de páginas repletas de dibujos sin la más mínima letra … y a él le corresponde poner voz y, sobre todo, imaginación a cada trazo, por no hablar de las respuestas que le exigirá su cachorro más de una y dos (y tres, y cuatro …) veces.

     A punto de comenzar, lo sorprende ya el primero de una larga serie bostezos que no le dejarán terminar en condiciones (una arriba, una abajo) la mitad de las frases.  Dándose ánimos para no morir en el intento, entona a la desesperada un “Yes, we can” por lo bajo, y acomete la primera página con cara de convencimiento a medias. Enternece la voluntad que le pone … más que nada porque en la tercera página lo devuelve a la realidad un “Sigue” pluscuamperfecto del imperativo de su hijo, y se da cuenta de que acaba de dormirse justo antes de la parte favorita del retoño… Imperdonable…     

     Para intentar salvarse del desastre, hace acopio de sus últimas fuerzas y echa mano de un triple salto mortal con tirabuzón y pirueta: ¡va a llenar de efectos especiales el final de la historia! Encuentra las palabras idóneas, sus gestos son más que creíbles, el tono de voz le sale perfecto … Implacable, su hijo lo lanza a los leones: “No es así. Lo has cambiado. A mí me gusta como siempre: como lo cuenta mamá”.


                    (Con muchísimo cariño, a todos los padres y madres que noche tras noche dedicáis a vuestros hijos un tiempo precioso de lectura  a pesar de vuestro cansancio y preocupaciones).


Un fuerte abrazo.

02 diciembre 2011

Crear lazos



     Cuando el principito comenzó a creer que su rosa no era única en el mundo, apareció el zorro ... y le regaló dos secretos.
   

Resultado de imagen de el principito    El Principito de Antoine de Saint-Exupéry nos invita a la reflexión en cada capítulo, y pausar su lectura en diversas ocasiones para concedernos unos segundos de introspección puede ser una de las numerosas formas de descubrir esta obra.

     Es frecuente encontrar ejemplares de esta fábula en la sección de Literatura Infantil y Juvenil tanto de bibliotecas como de librerías; incluso se publican ediciones especiales dirigidas específicamente a los niños. Sin embargo, no es excepcional el siguiente comentario de alumnos del primer ciclo de la ESO: "Ya lo he leído, pero no he entendido muchas cosas".

      Ante esta afirmación, entre otros, podrían caber dos puntos de vista: por un lado, se puede pensar que este libro hay que leerlo a partir de cierta edad, esperando a que el lector alcance la madurez suficiente para poder llegar a comprender su mensaje; sin embargo, quizá sería beneficioso que los lectores jóvenes tuvieran un primer contacto con el niño que decidió conocer otros planetas aun cuando no lleguen a entenderlo completamente, ya que podrán ir descifrando sus palabras a medida que vayan creciendo y releyendo la obra. ¿Acaso no nos encontramos a lo largo de nuestra vida con muchas incógnitas que vamos despejando con los años ... y eso en el mejor de los casos?



    
      Para apoyar la segunda opinión, nada mejor que una selección de valoraciones en torno a El Principito aportadas por alumnos del Taller de Lengua de 2º de la ESO:

      "Merece la pena leer este libro, pues te hace pensar, se aprende y se ve la visión de los mayores y de los niños. Dentro de unos años volvería a leerlo porque cada año hay diferentes visiones, y te acuerdas de lo que es ser niño" (Diego Tejada, 2º C).

   "En mi opinión es un libro muy recomendable. Aunque no enganche como, por ejemplo, los libros de aventuras, después de cada capítulo te deja algo en que pensar. Volvería a leerlo después de un par de años, porque con esa edad seré un poco más maduro y pensaré las cosas de otra manera. A lo mejor dentro de un tiempo podré comprender frases que todavía no he llegado a entender bien" (Pablo Ibarreta, 2º C).

     "Pienso que habría que leer este libro varias veces en la vida porque está lleno de metáforas y enseñanzas. Me ha parecido bonito, y en algún que otro capítulo hasta un poco humorístico. Me gustaría leerlo dentro de cuatro o cinco años. Creo que el punto de vista desde el que lo leeré entonces será diferente, y, por tanto, será como si estuviese leyendo un libro distinto" (Andoni Vicente, 2º B).

    "Yo creo que todo el mundo debería leerlo al menos una vez. Te enseña que tienes que conservar el espíritu de niño para siempre, que con los ojos no se ve bien, sino con el corazón, y que cuando algo es tuyo, es único" (Cristina Sarasola, 2º A).


      GRACIAS a Pablo A., Esteban, Ane, Guillermo, Pablo I., Bruno, Paula, Ailen, Naiara, Cristina, Víctor, Cosme, Diego, Andoni y Maite por vuestra excelente disposición para compartir opiniones y sugerencias.

Un abrazo.