¿Podríamos imaginarnos a los Caballeros del Rey Arturo sentados alrededor de la Tabla Redonda relatándose mitos y leyendas? Quizá sí. ¿Cabe pensar que cada uno de ellos contaría las historias que más le agradaran? Probablemente también ¿Y cómo se sentirían en esos momentos dedicados a la narración y la imaginación ...?
Una forma de fomentar la lectura en nuestras clases consiste en ofrecer a los alumnos la oportunidad de hablar a sus compañeros de los libros que les gustan.
Para ello, es primordial dejarles elegir sus lecturas, y hacerlo bajo nuestra supervisión, en aras a garantizar una mínima calidad literaria y de contenido. Es muy importante que sepamos qué están leyendo nuestros alumnos, por lo que resulta indispensable ojear pequeños fragmentos elegidos al azar para valorar el libro que proponen. Las reseñas y resúmenes de la contraportada también son útiles para conocer el contenido general de la obra, aunque no sustituyen la lectura de fragmentos mencionada.
Existe una amplia selección de libros de calidad que gustarán a nuestros alumnos: obras que promueven valores, novelas que inducen a la reflexión, libros llenos de humor e ingenio, otros que cuestionan lo comúnmente aceptado y un largo etcétera de posibilidades a su alcance en bibliotecas, librerías y hogares. Ello hace que los niños y adolescentes tengan opción a elegir lo que se adapta a sus gustos y capacidades.
Además, al existir una elección tan extensa, en numerosas ocasiones los chavales recurren a sus amigos, hermanos, padres o profesores en busca de orientación, con lo que de ese modo se entablan pequeñas conversaciones en torno a la lectura interesantes en muchos casos, ya que en ellas surge la posibilidad de compartir con el otro y de conocerlo un poco más.
Una vez elegida la lectura, y habiéndole dado a ésta una oportunidad real, los alumnos deberían saber que pueden cambiarla por otra si se dan cuenta de que no les gusta. ¿Acaso los adultos no dejamos más de una y dos veces un libro cuando no nos convence? En este sentido, creemos importante animar a los chavales a que no dejen el ejemplar antes de tiempo, y que sepan que unas páginas más adelante podría comenzar a gustarles. Si a pesar de ello continúan sin mucho entusiasmo, es buen momento para elegir una nueva obra.
En
"Lecturas compartidas (I)" mencionamos la necesidad de que los profesores propiciemos
"tiempos y espacios dedicados a la lectura" en el aula, y es esencial que nuestros alumnos dispongan semanalmente (cuando no diariamente) de unos minutos para la lectura del libro que cada uno presentará a la clase en un plazo determinado. Por ello, resulta básica una coordinación departamental que contemple este aspecto.
Cabe añadir que los alumnos completarán fuera del aula la lectura del libro correspondiente, en lugares donde también le dedicarán el tiempo necesario: su casa, una biblioteca, el medio de transporte empleado, etc.
Para que los chavales preparen la presentación de su libro a la clase, es necesario que los profesores les aportemos una Guía de Lectura que recoja los pasos a seguir en la puesta en común. Se trata de una serie de puntos cuyo objetivo consiste en que los alumnos se centren en aspectos que consideremos interesantes para el posterior coloquio y que, a la vez, puedan resultarles estimulantes. Además, es una guía viva, abierta a futuros cambios y adaptaciones en las que las opiniones y propuestas de los alumnos tienen cabida.
En el momento de la presentación la clase se sienta formando un círculo, lo cual hace que la actividad resulte más grata a todos. Tras la intervención de cada alumno, los compañeros pueden formularle preguntas y opinar sobre lo que acaban de escuchar. Con ello, entre otros aspectos se fomentan la escucha, la reflexión, el análisis y la crítica constructiva; además, ésta es una iniciativa en la que los profesores tenemos la oportunidad de escuchar a nuestros alumnos y de aprender de ellos.
A la hora de valorar estas puestas en común de las lecturas de cada alumno, las opiniones más repetidas de los chavales son "tenemos conocimiento de libros y autores que pueden gustarnos", "ha sido interesante", "ha estado bien" y "me ha gustado"; incluso hay quienes han afirmado que "al ser exposiciones orales, podemos transmitir con mayor facilidad lo que sentimos".
Para terminar, nos queda mencionar que la experiencia descrita en este artículo se ha llevado a cabo en Lengua y Literatura. El reto consiste en ampliarla a otras asignaturas ...
Un abrazo.